domingo, 29 de septiembre de 2013

¿Hay alguien ahí?


Toc-toc.

¿Se puede?

¡Por fin! Menos mal que esta vez sí. Pensé que no volverías a dejarme entrar de nuevo. Dejarme llegar a ti, ya sabes. ¿Por qué me has evitado todo este tiempo? Hemos estado años en silencio. Sé que te has sentido sola infinitas veces pero eres terca, eres orgullosa y no me has dejado ayudarte en ningún momento porque tienes miedo de oír la verdad. Dejaste de hablarme de tus inseguridades, de tus miedos, de tu dolor en el amor. ¿Crees que las cosas algún día cambiarán y todo mejorará solo porque así lo creas y ahora ignores todo ese dolor?

Debes parar y hacer frente a todos esos miedos. Sabes que debes hacerlo pero simplemente te limitas a esperar porque no te crees capaz. Te crees débil. Quizá antes no lo creyeras pero ahora sí. Por todas esas personas que te han dañado y siguen haciéndolo. Pero, ¿sabes qué? El miedo es lo que te impulsa a ser valiente, y lo sabes muy bien. Tú lo escribiste una vez. Lo dijiste. Lo gritaste. Y quieres volver a gritarlo a lo alto de una montaña, sintiendo como el frío te seca los labios y te hiela la voz sin que ni siquiera te importe. Y sabes que no te importa porque es en esos momentos es cuando te sientes viva.

Quizás creas que lo que estás sintiendo ahora, este dolor, es temporal. Y puede que así sea. Pero tarde o temprano volverás a sentirlo porque dentro de ti sabes muy bien lo que sucede. Solo tienes que aceptarlo. Solo tienes que estar preparada para creer en ti y hacer frente a la verdad, aunque duela.

Solo tienes que estar preparada. Y sé que lo harás, pero al menos déjame que me quede otra vez. Me has dejado entrar, ¿no? ¿Eso no prueba que me necesitas? Sé que quieres que me quede porque de lo contrario no estarías aquí sentada frente al ordenador escribiendo estas palabras.

Bien, Sandra… ahora sírveme un poco de café.

1 comentario: